Este cuadro de Antoine Jean Gros constituye una de las obras emblemáticas de la pintura romántica.
Lo protagoniza el joven teniente Charles Legrand.
Su padre, el general Legrand, tenía puestas sus esperanzas en un hijo que prometía ser brillante.
Padre e hijo vinieron con Napoleón a conquistar España y Portugal en el año de 1808.
El 2 de Mayo de aquel año, las gentes madrileñas protagonizaron un levantamiento heróico contra la ocupación.
El joven Legrand murió en el barrio de Chueca.
Una mujer le arrojó una maceta desde su balcón abriéndole la cabeza.
Los franceses respondieron disparando contra todo lo que se movía en los balcones.
Y lo que más se movía en los balcones eran los niños, que, no pudiendo salir a la calle, jugaban en los balcones.
Muchos padres perdieron la ilusión en aquella guerra, como en todas las guerras; porque todas las guerras que en el mundo han sido han convertido las ilusiones en tristezas.
Por ello la única lucha que siempre merecerá la pena es la lucha contra la violencia y contra las guerras.